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A la de tres y aparece el grito.
La ceguera y el estertor, el grito como la constante que emerge del vacío repleto de fauna. Orden del infante, del adulto y la vejez. Orden del sagrado corazón de la bacina repleta de miasma.
El payaso que se avecina, con los pies sobre la línea que pasó de largo. La tangente de tus pasos, Ledger, que sabías entretejer los dedos con la canícula del borde, tan absorbente. Tan cerca. Pasó de largo, como esos trenes que nunca paran y parecen que van a descarrilar. Tú nos enseñaste que el corazón de la bestia es un fantasma al que no le basta el vacío para aullar. Se expande, como un gas autónomo al que no se le pregunta, sólo se le teme. Se restriega con tus paredes, como una radiación, el grito que se mece en los labios pintados del Joker, bamboleándose como un dios en el bosque. Al acecho.
Tú estás aquí, susurra Kolb, estás para mirarme. Ya no soy sin el fantasma. Ya no soy sin que puedas admirar mi resto y adivina qué: escondo algo entre mis manos. Sólo alguien que camina puede pararse a ser mirado.
Pero al final, alguien tendrá que gritar, dice Bacon. Alguien tendrá que evacuar la ceguera que protege a los hombres, porque el dolor está bien considerado, la enfermera sabe de dolor. Y la prueba está cerrada aquí, de ojo a ojo, de intromisión a intromisión.
Los otros han visto y el ojo de la que cuida ahora es el objeto que es mirado, porque el agujero es el ojo y el agujero mira, el túnel se ha vuelto uno con el acontecimiento. El grito choca entre todas las paredes, porque está aquí para quedarse. Para ti han muerto el resto de los instantes contingentes.
Humano, bipedestación y permanece.
El fantasma ocupa los límites que el deseo no puede sostener.
El aire exhalado por ti como broma que trasciende.
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Fotograma de Heath Ledger como Joker. Biografía
«Discreetly mine» de Marianne Kolb. Web
«Study for the nurse in the Battleship Potemkin» (1957) de Francis Bacon. Biografía